lunes, 27 de septiembre de 2010

COMO PARA NO HACER UNA HUELGA GENERAL DE 1 MES

LOS RICOS IRACUNDOS

La ira está barriendo EE UU. Es cierto que esta cólera candente es un fenómeno minoritario, no algo que caracterice a la mayoría de nuestros conciudadanos. Pero la minoría iracunda, constituida por personas que sienten que les están arrebatando cosas a las que tienen derecho, está realmente iracunda. Y clama venganza.

La autocompasión entre los privilegiados se ha convertido en algo aceptable, e incluso se ha puesto de moda. No, no me refiero a los conservadores del Tea Party. Hablo de los ricos.

Estos son tiempos terribles para mucha gente en EE UU. La pobreza, especialmente la pobreza extrema, se ha disparado durante la crisis económica; millones de personas han perdido su hogar. Los jóvenes no pueden encontrar trabajo; los cincuentones despedidos temen no volver a trabajar nunca más.

Pero si quieren ustedes encontrar auténtica cólera política -la clase de cólera que hace que la gente compare al presidente Obama con Hitler o lo acuse de traición-, no la encontrarán entre estos sufridos estadounidenses. En cambio, la encontrarán entre los muy privilegiados, gente que no tiene que preocuparse por perder su trabajo, su casa o su seguro médico, pero que se siente indignada, indignadísima, ante la idea de pagar impuestos ligeramente más altos.

La cólera de los ricos ha ido creciendo desde que Obama asumió el cargo. Al principio, sin embargo, estaba en su mayoría restringida a Wall Street. Así, cuando la revista New York publicó un artículo titulado The wail of the 1% [El gemido del 1%], hablaba sobre los chanchulleros financieros cuyas empresas habían recibido ayudas con el dinero de los contribuyentes, pero que se indignaban ante las insinuaciones de que el precio de dichas ayudas debía incluir una limitación temporal de los bonus. Cuando el multimillonario Stephen Schwarzman comparó la propuesta de Obama con la invasión nazi de Polonia, la propuesta en cuestión habría corregido una laguna fiscal que beneficia específicamente a gestores de fondos como él.

Ahora, sin embargo, cuando se acerca la hora de tomar una decisión respecto al destino de los recortes de impuestos de Bush -¿volverán las tasas impositivas más altas a los niveles de la época de Clinton?-, la rabia de los ricos se ha intensificado y también, en ciertos aspectos, ha cambiado de carácter.

Por un lado, la locura se ha vuelto la norma. Una cosa es que un multimillonario despotrique en una cena de gala y otra es que la revista Forbes publique una noticia en portada en la que se afirme que el presidente está tratando de hundir adrede a EE UU como parte de su plan "anticolonialista" keniano, y que "EE UU está siendo gobernado de acuerdo con los sueños de un miembro de la tribu Luo de los años cincuenta". Por lo visto, cuando se trata de defender los intereses de los ricos, las reglas normales de la retórica civilizada (y racional) ya no son válidas.

Al mismo tiempo, la autocompasión entre los privilegiados se ha convertido en algo aceptable, e incluso se ha puesto de moda.

Antes, los defensores de las rebajas de impuestos fingían que lo que les preocupaba principalmente era ayudar a las familias estadounidenses medias. Hasta las subvenciones fiscales para los ricos se justificaban aludiendo a la economía en cascada, la teoría de que unos impuestos más bajos en la cúspide harían la economía más fuerte para todos.

Ahora, sin embargo, los partidarios de los recortes fiscales apenas se molestan siquiera en defender el argumento de la cascada. Sí, los republicanos insisten en que subir los impuestos a los de arriba perjudicaría a las pequeñas empresas, pero no parecen poner su corazón en ello. En lugar de eso, se ha vuelto habitual escuchar negaciones vehementes de que personas que ganan 400.000 o 500.000 dólares al año sean ricas. Es decir, fíjense en los gastos de la gente que tiene ese nivel de ingresos: los impuestos sobre la propiedad que tienen que pagar por sus carísimas casas, el coste de enviar a sus hijos a colegios privados de élite, etcétera, etcétera. Vamos que apenas pueden llegar a fin de mes.

Y en el caso de los innegablemente ricos, se ha apoderado de ellos un beligerante sentido de lo que les corresponde por derecho: es su dinero y tienen derecho a conservarlo. "Los impuestos son lo que pagamos por una sociedad civilizada", decía Oliver Wendell Holmes (pero eso era hace mucho tiempo).

El espectáculo de los estadounidenses acaudalados, las personas más afortunadas del mundo, regodeándose en la autocompasión y la superioridad moral sería divertido si no fuese por una cosa: es perfectamente posible que se salgan con la suya. Da igual que el precio de ampliar las deducciones fiscales de las rentas altas sea de 700.000 millones de dólares: prácticamente todos los republicanos y algunos demócratas corren al rescate de los adinerados oprimidos.

Es que, verán, los ricos no son como ustedes y yo: tienen más influencia. En parte tiene que ver con las contribuciones a las campañas, pero también con la presión social, ya que los políticos pasan mucho tiempo frecuentando a los adinerados. Así que cuando los ricos se enfrentan a la perspectiva de pagar un 3% o 4% adicional de sus ingresos en impuestos, los políticos sienten su dolor; lo sienten mucho más intensamente, está claro, de lo que sienten el dolor de las familias que están perdiendo sus trabajos, sus casas y sus esperanzas.

Y cuando la batalla de los impuestos haya terminado, de una manera u otra, pueden estar seguros de que la gente que actualmente defiende los ingresos de la élite volverá a pedir recortes en la Seguridad Social y en las ayudas a los parados. EE UU debe tomar decisiones difíciles, dirán; todos tenemos que estar dispuestos a hacer sacrificios.

Pero cuando dicen "todos", quieren decir "ustedes". Los sacrificios son para la gente humilde.

Artículo de Paul Kraugman.
Fuente: ElPais.com

EL MAPA DE LA TRISTEZA

James Carville, jefe de campaña de Bill Clinton, solía decir con ironía que si hubiese otra vida le habría gustado reencarnarse "como presidente de EE UU, Papa o gran bateador de béisbol". Pero, tras conocer la naturaleza implacable de los intereses económicos, dijo: "Ahora quisiera volver como mercado de bonos. Así podría intimidar a todo el mundo".

La tasa de paro será del 19,3% en 2011. Ello significa que la reforma laboral no habrá dado resultados. Los mercados de bonos intimidan al Gobierno más que los sindicatos y la opinión pública.

Rodríguez Zapatero, intimidado por la crisis de la deuda soberana de los pasados meses de mayo y junio y por la posibilidad de tener que pedir ayuda para España al FMI, en 24 horas dio un giro radical a su política económica y empezó a practicar lo contrario de lo que estaba haciendo y diciendo. Como las organizaciones sociales y el resto de los ciudadanos no pudieron seguirlo por la rapidez de esta contorsión y la falta de pedagogía sobre la misma, el Gobierno se ha encontrado con la incomprensión de la mayoría y con la huelga general de pasado mañana.

Los Presupuestos Generales de 2011, hasta donde se conocen, son la representación gráfica de este brusco giro desde las políticas de estímulo hacia el ajuste duro sin periodo de transición. Un verdadero mapa de la tristeza: congelación salarial para los funcionarios y los pensionistas, restricciones de la inversión pública, en el gasto en los Ministerios y en la oferta pública de empleo, subida de impuestos, etcétera. Todo con el objetivo básico de reducir el déficit público al 3% del Producto Interior Bruto (PIB) a una velocidad supersónica (de aquí al año 2013) y convencer a esos mercados de bonistas "intimidatorios" de que no actúen contra nuestro país. Por ello mismo es imposible que si la huelga general fuese un éxito el Gobierno pueda rectificar aunque quisiese: es el clásico dilema del prisionero de la teoría de juegos.

Pero ni siquiera con este plan de ajuste draconiano es seguro que se consiga convencer a unos mercados absolutamente soberanos en sus decisiones. Una de las malas costumbres del presidente del Gobierno es hacer profecías; cada vez que instala una en la opinión pública, la realidad se encarga de desmentirla. La última fue la declaración a The Wall Street Journal de que la crisis de la deuda se había acabado en España y en la eurozona. A pesar de que nuestro país parece haberse descolgado de los problemas y el desprestigio de la zona PIGS (Portugal, Italia, Grecia, España) y coloca bien sus bonos (aunque a precios bastante superiores a los de antes de la crisis), la semana pasada -es decir, los días inmediatos a las declaraciones de Zapatero- el riesgo en Irlanda y Portugal crecía y su coste superaba al que desencadenó el rescate de la eurozona y del FMI a Grecia. La partida que más crece en los Presupuestos corresponde a la del pago de los intereses de la deuda (un 17%, hasta llegar a los 27.000 millones de euros, solo por detrás de las rúbricas de las pensiones y del seguro de desempleo). Atentos a lo que sucede ahora en los mercados, tras un verano tranquilo.

Además, en los datos presentados por Elena Salgado a la salida del Consejo de Ministros hay otro dato devastador: la tasa de paro se mantendrá por encima del 19%, lo que significa que la reforma laboral en la que el Gobierno ha puesto todas sus complacencias no tendrá un reflejo positivo en la cifra de desempleo en el primer año y medio (está en vigor desde el mes de julio pasado) de su funcionamiento. Argumento que en sí mismo parece avalar la irritación sindical acerca de lo descompensado e inoperante de sus contenidos.

No se comprende más que como parte del lenguaje de madera que irrita crecientemente a los ciudadanos que se los presente como los "Presupuestos de la recuperación", como ha hecho la vicepresidenta Fernández de la Vega. Probablemente, rebajarán el déficit público, pero la convergencia real con el resto de los países de la UE se aleja con rapidez: no hay servicio de estudios privado ni organismo multilateral que no pronostique un retraso en la incorporación de España a la renqueante recuperación mundial.

Es posible que la crisis que generó la Gran Recesión se haya acabado por el momento, pero las secuelas de la misma y los peligros latentes y riesgos ocupan en nuestro país un lugar más significativo que en otras partes.

Artículo de Joaquín Estefanía.

Fuente: ElPais.com

lunes, 13 de septiembre de 2010

OGRO FILANTRÓPICO O ESTADO DÉBIL

Dos años después de la quiebra de Lehman Brothers (se cumplen esta semana) una de las tendencias más evidentes de lo ocurrido es que el Estado, en la mayoría de los países, no ha sido aquel ogro filántrópico que calificó Octavio Paz, o el Leviatán que nos pintó la corriente dominante del pensamiento en las últimas tres décadas. Al contrario que en 1929, la acción del Estado ha reducido las posibilidades de otra gran depresión en la actual crisis, y cuando no ha intervenido -como en el caso de Lehman Brothers- se agudizó la catástrofe. La debilidad de los Estados se manifiesta ahora en forma de enormes déficits y deuda pública, que han generado la presente fase de la deuda soberana en la crisis económica.

Los impuestos sirven para equilibrar el poder político y el poder económico. Por tanto, es un buen momento para abrir el debate sobre la estatalidad: más allá del tamaño del Estado, su capacidad y poder para ejercer las funciones naturales, desde la más clásica de mantener el monopolio de la fuerza dentro del territorio (amenazado en distintos países por la penetración de potentes poderes fácticos: por ejemplo, el narcotráfico en México) hasta las más innovadoras, resultantes de la redefinición y la actualización del papel del Estado democrático en el marco de la globalización, consistentes en transformar los derechos de ciudadanía enunciados en leyes y constituciones en realidades cotidianas.

A ello dedica sus páginas el segundo informe sobre la democracia en América Latina (Nuestra democracia), que estos días presenta el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Organización de Estados Americanos (OEA), y que actualiza el anterior, de hace más de un lustro. Sus reflexiones generales no sirven solo para América Latina, sino que son extensivas al resto del planeta. Cuestiones que se discuten en todas partes sobre los límites y la calidad de la democracia: quién tiene el poder en las sociedades, los elegidos por los ciudadanos o los mercados financieros; qué pasa cuando el Estado carece de suficiente poder para cumplir los mandatos electorales; cómo funciona una democracia cuyo Estado y sus efectos dependen más del poder de las minorías (económicas, religiosas...) que de la legitimidad mayoritaria. Las democracias sostenibles son aquellas que logran un ejercicio efectivo de los derechos por los ciudadanos; la democracia es sostenible en la medida en que su legitimidad de ejercicio y fines se agrega a la legitimidad de origen. Sin embargo, el sistema está provocando, cada vez con más intensidad, un divorcio creciente entre los ciudadanos y sus representantes; la crisis de representación deviene en la exteriorización de las debilidades en el ejercicio y en el cumplimiento de los fines de la democracia. Una sociedad que cree poco en quienes la representan (políticos, sindicalistas, medios de comunicación, instituciones...) es una sociedad que se desvincula de la democracia.

En este contexto cobra una gran importancia la incorporación a la agenda pública del debate sobre los impuestos. Quién paga impuestos, para qué se utilizan, qué tipo de impuestos son los predominantes (los de fácil recaudación como los indirectos, o los directos), etcétera. La tributación no es solo un instrumento recaudatorio, sino una herramienta para reequilibrar el poder económico y el poder político, para sostener al sistema democrático, para que este tenga la posibilidad de distribuir la capacidad del Estado para ejecutar sus propias metas.

La capacidad fiscal de un país tiene tres dimensiones: la sostenibilidad a largo plazo de las finanzas públicas, su contribución a la reducción de la desigualdad y las brechas del bienestar (el welfare), y la canalización de los ingresos públicos hacia la provisión de los bienes públicos. Los impuestos no son en sí mismos solo un instrumento recaudatorio, sino que aumentan o debilitan la capacidad del Estado para generar ciudadanía (en sus tres dimensiones, política, económica y social). Lejos de ser una materia meramente económica, como pretenden los tecnócratas, son una cuestión central para el sostenimiento de la democracia. El incremento de la capacidad tributaria, la lucha contra la evasión fiscal y el diseño de una estructura impositiva más acorde con las necesidades son elementos centrales de la democracia, dignos de figurar en el debate central de nuestros días: cómo se distribuye la austeridad necesaria en las sociedades del bienestar. ¿No es eso lo que está detrás de la huelga general convocada?

Artículo de Joaquín Estefanía
Fuente: ElPais.com 

29 SEPTIEMBRE, LA HORA DE LA CIUDADANÍA

El 29 de Septiembre está convocada la primera movilización general en los países de la zona euro, incluida la primera Huelga General en España desde que preside el Gobierno Rodríguez Zapatero, en contra de los planes de ajuste económicos impulsados por Ángela Merkel para toda la zona, que han puesto al borde del colapso al propio euro, salvado en última instancia por los chinos el pasado mes de Julio, que provocará una profunda depresión y agudizará las desigualdad y polarización social.
En España se ha reclamado a las bases del PSOE “militancia pura y dura” para acallar el malestar, la incomprensión y los conatos de rebeldía de sus propias bases que ven en estas medidas una traición a sus esencias socialdemócratas, a las resoluciones congresuales vigentes y al propio programa electoral sobre el que gobierna ZP, y que se vendió como “contrato social con el electorado” en campaña electoral. La justificación de las exigencias de los “mercados de capital” ante la impotencia de los Estados-nación en la aldea global en la que vivimos intenta esconder las consecuencias nefastas para la ciudadanía europea de la construcción neoliberal, de espaldas a la ciudadanía, de la Unión Europea y de la dejación de la soberanía popular en manos de instituciones dictatoriales financieras que responden exclusivamente a los intereses políticos de los grandes grupos financieros internacionales. 

Para ATTAC ha llegado la hora de la ciudadanía. En la lucha sin fin entre dos bandos donde uno vence sobre otro perdedor se trata de poner fin para siempre a todo tipo de dominación rompiendo las reglas del juego e instaurando nuevas reglas, nuevos valores sociales, nuevas leyes. Ha llegado la hora en que hay que preguntarle a la ciudadanía que piensa y que quiere hacer porque ella es la única que puede rebelarse contra su destino de ser meras piezas del gran ajedrez que es el mundo, manejadas por implacables y oscuros jugadores ocultos para quienes sus destinos individuales o de pueblos nada cuentan mientras alcancen sus objetivos de Poder. Hay que preguntarle a la ciudadanía porque es la que detenta el verdadero Poder, el que es capaz de instaurar un nuevo comienzo, el origen de un nuevo tiempo para la humanidad que restaure el equilibrio y la armonía entre el bienestar de toda la humanidad, la biodiversidad y la realización individual y creativa de las personas.
La hegemonía del pensamiento neoliberal (aire) ha roto todos los equilibrios poniendo en peligro la supervivencia de la humanidad y la propia existencia del sistema integrado de Vida que es la biosfera, Gaia, la Gran Madre. El individualismo exacerbado y la mercantilización extrema de la naturaleza y del ser humano han promovido principios seudomorales en las sociedades que nos han llevado a exaltar las cualidades humanas más degradantes, colocándolas como las virtudes más altas: egoísmo, avaricia, vanidad y envidia mueven la sociedad de consumo y despilfarro que nos ofrecen como panacea y provocan la insatisfacción y la inseguridad permanente como sentimiento y emoción (agua) dominante en sociedades y comunidades desintegradas. La satisfacción de las necesidades materiales básicas (tierra) no se cubren en un altísimo porcentaje de la humanidad que peligra con aumentar escandalosamente, por la acumulación de recursos en manos de élites cada vez más reducidas en una humanidad cada vez más desigual y polarizada, y que arrastran al Poder político-militar (fuego) de las sociedades humanas a nuevas dictaduras y neofascismos. Los depredadores se aprestan a lanzarse sobre la nueva gran presa de los yacimientos de hidrocarburos en el cada vez más descongelado Polo Ártico. La polarización de la Tierra no lo aguantará. 

Como decía Keynes “Cuando la acumulación de riqueza ya no sea de gran importancia social, habrá grandes cambios en los códigos morales. Podremos librarnos de los principios seudomorales que han pesado durante doscientos años sobre nosotros, siguiendo los cuales hemos exaltado algunas de las cualidades humanas más desagradables, colocándolas en la posición de las virtudes más altas. Podremos permitirnos el atrevimiento de dar a los motivos monetarios su verdadero valor. El amor al dinero como posesión será reconocido por lo que es, una morbosidad repugnante, una de esas propensiones semidelictivas, semipatológicas, que se ponen, encogiendo los hombros, en manos de los especialistas en enfermedades mentales" [i].
Ha llegado el momento para estos cambios. Vivimos el final del capitalismo como modo de producción hegemónico, porque es vital para la humanidad que así ocurra. Pero no caerá sólo. Tiene que ser el conjunto de la ciudadanía mundial, con su voluntad y decisión, con su movilización, quién lo haga caer. Que las empresas transnacionales hayan aumentado sus beneficios desde el estallido de la crisis con las ayudas públicas no se puede entender como que el sistema haya superado sus contradicciones que lo arrastran a ser sustituido. Al contrario. Nos viene a decir que igual que el moribundo que parece mejorar con los apoyos técnicos hospitalarios, transfusiones y respiración asistida tan sólo consigue alargar su agonía, así el sistema capitalista tampoco se puede mantener sin estos apoyos y recursos públicos cada vez más inviables e inasumibles por la ciudadanía mundial.

Tenemos que recuperar el equilibrio y la armonía entre el paradigma ideológico dominante, los sentimientos, emociones y valores, la ética social, la satisfacción de las necesidades básicas de la humanidad y un Poder político-militar y social legítimo basado en la implicación y participación en las políticas públicas de la ciudadanía, en una amplia y profunda democracia participativa en el seno de la humanidad. Y el equilibrio y la armonía entre la humanidad y Gaia, la Gran Madre Virgen, la biosfera de la Tierra.

Y todo lleva su tiempo . Como el labrador se comienza con la siembra de la semilla, en el mundo de las ideas. Otro mundo es posible, necesario y urgente. Después tiene que llover, la tormenta y el agua son imprescindible. Las ideas han de ser alimentadas y transformadas con los sentimientos, emociones y valores en el corazón de las personas. Hay que hacer política con el corazón, hay que organizar la esperanza de los seres humanos. Posteriormente es necesario dejar que madure la mies, que pueda crecer la planta y su fruto hasta el punto de maduración. Este otro mundo posible tiene que desarrollar las ideas de su sistema productivo, financiero y distributivo alternativo. Y esta es nuestra tarea ahora. Por esto estamos desarrollando los ejes esenciales de una Economía por y para la Vida, y como elemento esencial de ella los fundamentos de un sistema financiero alternativo. Cuando el tiempo se haya cumplido llegará la cosecha; si las semillas se esparcieron adecuadamente y en profusión será abundante. Si las ideas se extiende por toda la ciudadanía del mundo la movilización será increíble, y la conciencia de ciudadanía universal dará un salto irreversible. Por último, hay que guardar y asegurar el grano, para posteriormente distribuirlo con equidad y justicia. La elaboración de las nuevas leyes, la primera Constitución del Mundo donde se determinen los ámbitos de competencia por niveles territoriales y la universalización de los seis elementos básicos: l a construcción de un mundo ecológico, con igualdad de género, imperio de los derechos humanos, realización personal, convivencia pacífica multiétnica y democracia participativa. Esta tarea debe estar coordinada por un/a defensor/a a ultranza de la evaluación participativa de las políticas públicas, ya que debe impregnar toda legislación a todos los niveles porque es la garantía para que los demás elementos esenciales también se den y perduren en el tiempo

No disponemos de una teoría de la transición y del cambio político. Debemos recordar, sin embargo, que como es arriba es abajo. El modelo matemático de la Teoría de redes, los seis pasos de relación de todo con todo, responde tanto a la distribución estelar y planetaria en las galaxias, a las redes eléctricas, a la distribución de los troncos neuronales en los cerebros de los seres vivos, a la distribución de correos y a las relaciones sociales tanto locales como en Internet. Las leyes físicas del Bing Bang se expanden y desarrollan con el Universo y con todos sus seres creados haciéndose cada vez más complejas pero afectando en esencia a todos los elementos del Universo. Como dice Leonardo Boff “la física cuántica trabaja con la incertidumbre y con la sorpresa. El universo vive de emergencia. En emergencia se da algo sorprendente: energías que se van acumulando y de repente aparece un fenómeno que cambia las conciencias” [ii]. Un salto cualitativo. Vivimos una de estas «emergencias»: la fase planetaria de la conciencia y la unificación de la especie humana, reunida en una gran familia en la misma casa común, el planeta Tierra, y el retorno al sentido común y a los valores éticos para organizarnos y autogobernarnos.

No comparto el lema de la movilización europea de la Confederación Europea de Sindicatos (CES) “Por el crecimiento y el empleo”. Da a entender que sin crecimiento medido en Producto Interior Bruto (PIB) no hay empleo. No es cierto. Y no se trata de crecer o decrecer manteniendo la escala de medición establecida. Se trata de cambiar esta escala, de cambiar de forma de vida mejorando en todos los sentidos la satisfacción de las necesidades sociales, la seguridad y tranquilidad interior de las personas. Se trata de un nuevo comienzo. Pasar del “mal vivir” actual organizado por y para la reproducción ampliada del capital que carece de recorrido en el futuro, al “bien vivir” de la economía por y para la Vida organizado para las personas y la humanidad, donde el empleo será un derecho dejando de ser un acto de alineación y explotación.

Apoyo la movilización y la huelga del 29 S en la medida en que es un paso en el proceso de concienciación y de recuperación del poder soberano por parte de la ciudadanía, de defensa de la democracia; de emergencia y unidad de la ciudadanía europea en el camino de la ciudadanía universal. Estamos lejos de este nivel de conciencia, incluidos los propios líderes sindicales europeos. Y porque creo en la coherencia de “la militancia pura y dura”. ¿Quién es más leal con su ideología y su partido? ¿quién viendo que se está cometiendo un gran error de consecuencias irreversibles para la sociedad y su propio partido y hace todo lo que puede para evitarlo arriesgándose, o quién deja que ocurra por disciplina militar o por miedo a posibles consecuencias? Si algún guardia civil de los que acompañaron al golpista Tejero se hubiese negado a seguir las órdenes al ser consciente de lo que ocurría, hoy sería un héroe nacional. 

Fernando Moreno Bernal. Presidente ATTAC Andalucía

Fuente: Rebelion.org

viernes, 3 de septiembre de 2010

LA PRUEBA DE FUEGO

Mientras que en Estados Unidos se está discutiendo la necesidad de poner en marcha nuevas medidas de ajuste y unas decenas de eminentes economistas, entre los que se encuentran varios premios Nobel, han firmado un manifiesto reclamando más estímulo gubernamental y créditos fiscales para "poner a América a trabajar de nuevo" (En http://bit.ly/9q9vOE ), en Europa se vuelve al fundamentalismo de la estabilidad presupuestaria.
En ambas zonas se percibió hace unos meses que las tasas de crecimiento del PIB se recuperaban y más o menos al mismo tiempo los bancos y las grandes empresas volvieron no sólo a tener altos beneficios sino a recobrar la influencia política y el poder de decisión de los tiempos anteriores al estallido de la crisis. La emisión de la deuda pública en mercados muy especulativos y oligopolizados en donde la banca y los grandes financieros tienen la última palabra les dio aún mucha más fuerza, y así han podido imponer a los gobiernos medidas de ajuste con la excusa del efecto negativo de la deuda sobre el crecimiento.


Es una razón falsa para encubrir lo que ya se ha hecho en otros momentos y latitudes: utilizar la esclavitud de la deuda (ahora, como casi siempre, generada como resultado de una crisis que ha provocado la banca) para imponer medidas de ajuste que refuercen el poder de los bancos y grandes empresas y que creen mejores condiciones para la rentabilidad del capital.
Sabemos que con ellas no se va conseguir que la economía mejore porque se ha comprobado infinidad de veces que siempre que se han adoptado medidas de este tipo lo que ha ocurrido sin excepción es que la producción y el consumo se resienten y no que crezcan. Y así ocurrirá, ahora con más razón, porque ni siquiera es cierto que la economía se haya recuperado lo suficiente como para que el estímulo sea ya innecesario.


La prueba es que quienes la proponen no están en condiciones de ofrecer ni una sola razón consistente que justifique su bondad a medio y largo plazo.
Las palabras del ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, para justificar un nuevo recorte del 80.000 millones de euros que supondrá nuevas pérdidas de salario y derechos sociales son patéticas y expresivas de su falta de argumentos serios: "En Alemania uno de los obstáculos más grandes para el crecimiento económico es la creciente incertidumbre de la gente en cuanto al déficit".


Para entender la naturaleza y las consecuencias que van a tener estos recortes (incluido, por supuesto, el español) hay que en cuenta algunas consideraciones elementales.


Primero, que no es cierto que las economías europeas hayan entrado en fase de recuperación porque las tasas positivas de crecimiento del PIB son bajas y sólo el resultado del estímulo exógeno producido por el incremento anterior del gasto. En cuanto su efecto vaya despareciendo como consecuencia del recorte, la actividad comenzará a venirse de nuevo abajo.


Segundo que, incluso aunque siguiera creciendo notablemente el PIB (como ahora ha ocurrido en Alemania) durante dos o tres trimestres, no se puede identificar eso con una recuperación efectiva y que vaya a poder sostenerse, porque ésta no se podrá dar mientras no se produzcan cambios mucho más profundos en el modelo de crecimiento. La mayor parte del incremento de actividad que se ha producido como consecuencia del estímulo ha estado vinculada a sectores y actividades que reproducen la tónica anterior del crecimiento y que han sido concausantes de la crisis. Su pervivencia, unida a la ausencia de reforma financiera alguna suponen, por el contrario, una amenaza bastante segura de que vuelvan a darse nuevos episodios de crisis a corto y medio plazo.

En concreto, mientras no se consolide la lógica productiva que finalmente vaya a imponerse no se podrá producir una recuperación efectiva y potente del empleo, porque las empresas se enfrentan a una gran incertidumbre. Y ésta no tiene que ver nada con el déficit, como dice arteramente el ministro alemán, sino con la demanda y con las posibilidades efectivas de financiación. La enorme presión ejercida este verano por los constructores españoles para lograr que el gobierno limitara el recorte de gasto que les afecta (y, por tanto, completamente ajenos al mayor déficit que eso pudiera producir) es buena prueba de que ese ministro y quienes defienden lo mismo que él o no entienden nada de economía o no tienen reparos en engañar a la gente de la forma más descarada.

Tercero, que aún no se ha recuperado el flujo de financiación que requieren la actividad empresarial y el consumo, lo que significa que disminuir el gasto, cuando no hay empleo suficiente, cuando el beneficio de las grandes empresas no va a la inversión productiva sino que se utiliza para concentrar capital y controlar mercados o para alimentar la especulación financiera, y cuando hay déficit de capital social muy importante, no puede provocar sino que caiga de nuevo la actividad o que no se recupere a los niveles anteriores.
Finalmente, la actitud de los diferentes gobiernos europeos que ahora imponen recortes de gasto es equivocada, porque no tienen en cuenta que si hay un prerrequisito fundamental de la recuperación es la adopción de medidas coordinadas a escala global. Actuar con diferente orientación y velocidad, sin marcar un orden de escuadra apropiado, es lo peor que se puede hacer si se quiere dar solución efectiva a los problemas propios y a los generales. Con el ajuste que llevan a cabo estos gobiernos para someterse a los intereses del capital más poderoso se están situando en la dirección contraria a la del resto de las potencias económicas y Europa va a pagar por ello un precio muy alto económica, social y políticamente. Van a garantizar beneficios a los bancos y a las grandes empresas, pero a costa de reducir el mercado interno y de producir un empobrecimiento generalizado, no sólo dentro de Europa sino en todo el planeta.


Además, pisar el freno del gasto cuando la economía justamente carece de demanda suficiente es reforzar la dinámica del ciclo, en lugar de contrarrestarlo, y sabemos perfectamente que esas medidas de ajuste aplicadas con carácter pro-cíclico tienen un efecto negativo aún peor, como se ha podido comprobar recientemente en Lituania o Irlanda.


Las políticas de austeridad que vuelven a imponer los fundamentalistas (los austerianos , como los denomina Paul Krugman) no son, pues, verdaderas respuestas a la crisis como se quiere hacer creer a la ciudadanía sino todo lo contrario, son un programa de ajuste más como los que en otras ocasiones se aplicaron en América Latina, África o Asía y que siempre provocaron menos crecimiento, más desigualdad y atraso económico.


Me gustaría equivocarme pero lo que va a ocurrir si los gobiernos europeos, y concretamente el español, siguen con estos recortes es que la actividad se va a resentir ya en este segundo semestre del año, que va a perderse más tejido productivo, que van a aumentar más el desempleo y la desigualdad y que va a producirse otro retroceso social sin otras contrapartidas que las que reciben la banca y la gran empresa.


Juan Torres López es catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla y miembro del Consejo científico de ATTAC ESpaña. Su web personal: www.juantorreslopez.com

Fuente: Rebelion.org

EL GOBIERNO PREVÉ ELIMINAR LA AYUDA DE 426 EUROS A PARAD@S EN FEBRERO

La ayuda de 426 euros mensuales para parados toca a su fin. Tras el endurecimiento de los criterios para percibirla decidido en agosto, unos 70.000 beneficiarios dejarán de serlo. A partir de febrero, la perderán todos los demás si prosperan los planes del Gobierno de no prorrogar más este subsidio. Sin querer aludir a la próxima desaparición, la vicepresidenta y ministra de Economía, Elena Salgado, recordó ayer que esa renta "siempre tuvo vocación temporal" y "no puede extenderse indefinidamente".

El gasto en prestaciones contributivas cae un 11% en 12 meses
Poco a poco, el Ejecutivo ha ido enviando señales cada vez más claras de que ese subsidio se extinguiría. En la segunda prórroga que aprobó el pasado 20 de agosto ya la restringió por sorpresa para convertir a los parados mayores de 45 años y con cargas familiares en los únicos beneficiarios. Hasta entonces accedían a ella todos los desempleados que hubieran agotado la prestación y el subsidio y que no superaran unos ingresos mínimos. Pero es que además en el texto aprobado por el Congreso se incluyó una disposición adicional que eliminaba la capacidad otorgada al Gobierno para prorrogar sucesivamente esa subvención, en vigor desde hace poco más de un año. El objetivo no era otro que certificar su fin cuando se aproximase la siguiente prórroga, a mediados de febrero, según confirman fuentes del Ejecutivo.
La propia secretaria general de Empleo, Maravillas Rojo, aseguró ayer que ese cambio en el texto que prorrogaba la ayuda "modifica la situación". Así, si el Congreso lo respalda, la ayuda que ha beneficiado a 615.771 personas en lo que va de año desaparecerá el próximo febrero.

El ahorro derivado de ese recorte y el hecho de que el cobro de prestaciones haya tocado techo estabilizarán el gasto en desempleo el año próximo. Rojo aseguró ayer que los Presupuestos de 2011 incluirán una dotación de entre 30.000 y 31.000 millones de euros, muy similar a la de este año. Esa partida es la segunda más voluminosa del gasto del Estado.

La evolución del coste de las prestaciones avala la tesis de que la factura no subirá el año próximo aunque la cifra de paro no remita. Tras el pico de 2.923 millones de euros mensuales que se alcanzó en enero, el gasto ha ido relajándose. El elemento clave que lo explica, y que hace presagiar descensos más pronunciados, es la evolución de las prestaciones contributivas, las más cuantiosas, pues dependen de las cotizaciones de empresarios y trabajadores. El pasado julio, último mes del que existen datos, cayeron un significativo 11,2% respecto al mismo mes del año anterior. Por el contrario, el desembolso en subsidio no contributivo prácticamente se ha duplicado en julio, pero sustituir el pago de uno por otro favorece a las arcas públicas. El número total de beneficiarios roza ahora los tres millones, aunque entre enero y junio de este año la cifra fue superior.

Más allá de este efecto y de la supresión de los 426 euros, el Gobierno no se plantea recortar las prestaciones de paro el año próximo. "Procederemos a un análisis en el momento en que empecemos a salir de la crisis. Pero ahora no lo tenemos previsto", zanjó Maravillas Rojo.

Fuente: ElPais.com

AGOSTO ROMPE LA TENDENCIA DEL DESCENSO DEL PARO

El alivio que habían proporcionado los tímidos recortes del paro desde abril ha tenido escaso recorrido. Agosto rompió la tendencia a la baja con 61.083 desempleados más registrados en las oficinas de empleo. Se trata de un dato negativo que mejora con la comparación, pues el aumento es inferior al de agosto de 2009 y, sobre todo, al de 2008. Frente a ese pequeño avance, la temporalidad golpea con más fuerza que nunca. Solo el 6,6% de los contratos firmados el mes pasado fueron indefinidos. Hay que remontarse a agosto de 1998 para encontrar una cifra más baja. La paradoja es que la reforma laboral que el Gobierno ha diseñado para corregir esa anomalía lleva más de un mes en vigor.

El segundo mes del verano no favorece el empleo. La parálisis de la construcción, de la enseñanza y la finalización de muchos contratos ligados al turismo provocan subidas del paro en agosto desde el año 2001. En ese contexto, el dato divulgado ayer por el Ministerio de Trabajo invita a pensar que lo peor ha quedado atrás, pero también que el mercado laboral aún tardará en reactivarse. Porque más allá de los datos mensuales que ofrecen los servicios públicos de empleo, la encuesta de población activa, el indicador más preciso del mercado laboral, arroja una tasa de paro del 20%.
Con el aumento conocido ayer, el número de desempleados se sitúa un paso más cerca de los cuatro millones (3,96), repartidos casi a partes iguales entre hombres y mujeres. Si se observa la evolución interanual, el desempleo sigue avanzando, pero más lentamente. Por primera vez desde que arrancó la crisis, ese ritmo ha bajado de los dos dígitos (un 9,38%).

La lenta corrección de las cifras de paro no se traslada al otro mal endémico del mercado laboral español, la excesiva temporalidad. Aunque el registro de contratos de los servicios públicos de empleo no constituye la mejor medición, la conclusión es irrefutable: lejos de mejorar, la temporalidad empeora. De todos los contratos firmados a lo largo del mes, un exiguo 6,6% fue de carácter indefinido, el peor dato en 12 años. Tanto el secretario de Estado de Seguridad Social, Octavio Granado, como la secretaria general de Empleo, Maravillas Rojo, argumentaron en su comparecencia que la contratación indefinida nunca prolifera en agosto. El problema es que la comparación ensombrece la cifra, pues ni siquiera en los dos años más crudos de la crisis el peso de los fijos ha sido tan reducido como ahora.

Corregir esa dualidad era el principal objetivo de la reforma laboral, en vigor desde mediados de junio aunque el Congreso de los Diputados le dará el visto bueno definitivo la próxima semana. Pero las cifras indican que conseguirlo será más que un reto. El principal exponente de esas dificultades está en el contrato estrella de la reforma, el de fomento de la contratación indefinida. Esta figura, que el Gobierno ha pretendido universalizar como contrato fijo con despido más barato, se está convirtiendo en residual. Solo el 8,63% de los indefinidos suscritos el mes pasado respondían a esa fórmula, pese a que ya ampara a cualquier persona en desempleo o con contrato eventual. "La reforma laboral necesita un tiempo mínimo de recorrido", justificó la secretaria general de Empleo. Pero es que hace un año, sin reforma, el contrato con despido de 33 días por año trabajado (frente a los 45 ordinarios) abarcaba el 14,08% de los fijos.

Un análisis similar al del paro merecen las cifras de la afiliación a la Seguridad Social, representativas del comportamiento del empleo. Al igual que todos los agostos, los cotizantes caen, aunque menos que en años anteriores. La mejora de este agosto frente al de 2009 no es tan evidente como en el caso del desempleo (hubo 131.858 afiliados menos frente a los 142.242 del año pasado). Pero la serie desestacionalizada (elimina el efecto de que agosto sea un mal mes) revela un repunte superior a 55.000 afiliados. El secretario de Estado de la Seguridad Social celebró el dato: "Permite presagiar que la entrada de la actividad ordinaria en septiembre se producirá con fortaleza". Como tendencia más esperanzadora, mencionó que la caída de cotizantes entre las mujeres ya se ha detenido, por lo que augura crecimientos netos en este colectivo en septiembre u octubre. Algo más habrá que esperar para ver repuntes de la afiliación total. "Nuestro objetivo es que la pendiente deje de caer a final de año", es decir, que se cree empleo a principios de 2011. Muchos expertos cuestionan este horizonte.

La Seguridad Social ha perdido 284.846 afiliados en el último año, muy lejos, eso sí, de la cifra superior a un millón que se perdía en agosto de 2009. Con esta evolución, Granado confía en cerrar el año con las cuentas más saneadas de lo previsto. El Gobierno cuenta hasta ahora con lograr un excedente del 0,2% del producto interior bruto (PIB).

Menos entusiasmo mostraron partidos, sindicatos y patronal sobre los datos de paro y Seguridad Social. El presidente del PP, Mariano Rajoy, lamentó que España tenga la mayor tasa de desempleo de Europa, mientras Izquierda Unida coincidió con UGT y Comisiones Obreras en señalar que la reforma laboral no contribuye a atajar la temporalidad. La patronal CEOE consideró preocupantes las cifras.

Fuente: ElPais.com 

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¡A LA HUELGA GENERAL! POR UNA RADICALIDAD DECMOCRÁTICA

1. La nueva lucha de clases
Después de veinte años en los que se creía que la convivencia entre clases era posible, la crisis económica se nos revela a los trabajadores como un nuevo escenario de ataque de los poderosos a los trabajadores. La clase trabajadora se enfrenta hoy a la agresión del gobierno en una nueva fase de la lucha de clases. El discurso derrotista del capitalismo en los primeros momentos de la crisis ante el derrumbamiento del sistema financiero, donde patronos pedían paréntesis en el libre mercado y donde los banqueros y gobiernos entonaban el mea culpa, ha dado paso a una radicalización política y empresarial del PP y del PSOE, a una ofensiva total contra el estado de bienestar y a la acumulación de derechos, que con no poca sangre y sudor conquistados, disfrutábamos en cierta medida los trabajadores españoles, y en mayor medida los europeos.

En España, el decretazo ha sido la chispa que ha prendido un polvorín de 4 millones y medio de parados, de un estado de bienestar en desmantelamiento y de una agresión constante a los derechos sociales adquiridos por años de luchas sindicales y políticas. A Zapatero se le acumula una pila de cadáveres sociales debajo de la alfombra, y su peste parece que empieza a tornarse insoportable al olfato de la gente, y sobre todo, al de los ciudadanos que se consideran de “izquierdas”, algunos de ellos votantes del PSOE.

Esta última es una agresión más, dentro de lo que podríamos denominar cruzada de las élites contra los trabajadores europeos, que disfrutan de una herencia de derechos más o menos dignos gracias a las luchas políticas y sindicales que, en éste país, se dieron durante la lucha antifranquista y la Transición. Los ajustes que estamos sufriendo aquí son idénticos a los que están sufriendo los griegos con un gobierno también socialdemócrata, pero también son idénticos a los ajustes que se están haciendo o que se han anunciado en países como Alemania, Italia, Francia e Inglaterra, donde gobierna la derecha más neoliberal de Europa. En una actitud ya sin complejos, el PSOE ha fagocitado la política económica de la derecha europea, que no es otra que el sometimiento a las directrices de los que se hacen llamar “mercados”.

Han sido muchos años de dominación ideológica de la derecha en occidente, donde los partidos de centro-izquierda europeos han demostrado su alta capacidad de permeabilidad ante las posturas más radicalmente capitalistas de sus supuestos oponentes. En ese tiempo ha triunfado una derechización social que en cada país comenzó y se desarrolló de un modo sui generis, pero cortados a partir de 1989 con el mismo patrón al que se llamo globalización. La presencia marginal o meramente testimonial del sentimiento de clase (normalmente reducida al intelectualismo académico) entre los trabajadores ha sido su mayor victoria.

Dentro de ese contexto se pretendió que los trabajadores creyésemos en el fin de la historia, en una ecuación en la que la democracia burguesa más el capitalismo suponían un desarrollo y aumento de la riqueza infinito para todos, que no era malo ser rico porque todos podríamos llegar a serlo. Se nos dijo que el mercado se ajustaba solo, que era positivo y necesario que los poderes financieros que no se presentan a las elecciones controlaran los principios rectores de la política económica de un país. Se nos dijo que la riqueza no la creaban los trabajadores, que el pan que cada día teníamos en la mesa llegaba gracias al salario de un patrón y no gracias a las manos y riñones de unos agricultores mal pagados. Se nos dijo que no eramos clase obrera, que tener una casa y un coche nos convertía a todos en capitalistas, que si contratábamos a un camarero en nuestro bar o a una dependienta en nuestra tienda nos convertíamos en empresarios; que consiguiendo un contrato fijo podíamos mirar hacia otro lado ante la situación laboral precaria de nuestros compañeros más jóvenes.

Fue en ese proceso y no ahora, cuando los trabajadores perdimos la iniciativa. Fue entonces cuando les allanamos el camino a los neoliberales, para que, gobernara el partido que gobernara, llegara este día. El día en que las élites económicas mundiales lazan un jaque, quién sabe si mate, a unos trabajadores que se les ha repetido hasta la extenuación que los peones son ellos y tienen prohibido moverse por el tablero.

Para colmo, los trabajadores nos hemos ufanado durante estos 20 años de éxtasis capitalista en intentar crear diferencias artificiales entre nosotros, siendo altavoces de una propaganda que busca la desunión y la confrontación de individuos con los mismos intereses: los inmigrantes son explotados a cambio de su supervivencia, los jóvenes son becarios porque tienen que esperar su turno, los funcionarios tienen que tener un sueldo modesto porque tienen plaza fija y trabajan poco, etc. Mientras, las élites han aprovechado éste momento para reforzar su propia conciencia de clase, siendo las patronales de cada país y organismos internacionales como el FMI instituciones que defienden los intereses de clase de los poderosos frente al interés general.

Hoy el gran empresariado mundial sabe mejor que los trabajadores que solo existen los que crean la riqueza a cambio de un salario y los que especulan con esa riqueza. El trabajador y el capitalista. Dos clases antagónicas que en este nuevo escenario, donde no cabe el bienestar de ambos, han de luchar la una con la otra para su propia supervivencia y bienestar. Este mundo artificioso que durante 60 años se ha llamado estado de bienestar europeo, donde la conciliación de clases se decía que era posible y nuestro futuro, ha saltado en pedazos, roto unilateralmente por los que obtienen beneficios en tiempos de crisis.

2. El mundo en crisis, España al abismo
En este singular plano social se da la actual crisis. Crisis que sin embargo en el plano económico, es más común de lo que parece a las crisis que el capitalismo ya ha vivido anteriormente. Todos conocemos el más famoso precedente de la crisis del 29. Entre sus causas aparecen la especulación acompañada de un excesivo crédito, que provoca una burbuja económica y la quiebra del sistema financiero. ¿Os suena verdad?

También son más o menos conocidas las recetas y políticas económicas que se dieron para salir de dicha crisis: el keynesianismo. Esta doctrina económica propuso para la salida de la crisis de ese momento el uso de las políticas fiscales para que el estado pudiera controlar la economía en periodos de recesión, es decir, “usar el déficit” para tener un margen que permita crear políticas de empleo y fomentar el consumo. Ya por aquel entonces se advirtió que las políticas liberales clásicas solo traían más paro y más recesión a una economía en crisis. Ya hace casi cien años que quedó patente la imposibilidad de un mundo capitalista en equilibrio sin la intervención del estado en la economía, así como que las medidas que les sacaron de esa crisis no impidieron la gestación de la siguiente.

Nos encontramos pues con dos respuestas distintas que nos ofrecen desde el liberalismo: el neoliberalismo y el keynesianismo. Un keynesianismo que nos sacó de la anterior crisis y que coincide también hoy en que los recortes neoliberales que pretenden rebajar el déficit nos alejan en el tiempo de la salida de la crisis. El recorte social del gobierno español, el cambiar el keynesianismo por neoliberalismo, va a provocar una caída del consumo, y eso dentro de la lógica capitalista significa desempleo y miseria. Si para fomentar el empleo se instala en el país, tal como pide la patronal, una bajada generalizada de unos salarios ya de por si bajos (como ya han hecho con los funcionarios), caerá la demanda de bienes y servicios, y por tanto la producción. Como consecuencia: más paro.

Resumiendo, hasta los liberales de CiU, asustados por la radicalización capitalista del PSOE, advierten que las medidas neoliberales del gobierno que buscan recortar el déficit del estado traerán más paro, mientras que los keynesianos socialdemócratas a los que Zapatero ahora desoye abogan por mantener el déficit para que los trabajadores puedan seguir teniendo poder adquisitivo para seguir consumiendo, al menos de momento. De nuevo el aumento del consumo como instrumento para salir de la crisis. Pero, ¿es entonces el aumento constante de la capacidad de consumo de la clase trabajadora la única solución a la crisis?

Es evidente, además de un consuelo, que no. El aumento del consumo nos sacaría de esta crisis a la vez que nos acerca más a la próxima crisis.
Cuando hablamos del consumo, no podemos ignorar que un problema ecológico se cierne sobre el futuro de la humanidad en un planeta de recursos limitados. Hoy por hoy vivimos en un mundo que se nos queda pequeño con nuestro nivel de consumo, ¿hay alguien que piense que se puede salvar el capitalismo constantemente incrementando infinitamente el consumo? El momento en el que será imposible seguir consumiendo más para mantener las constantes vitales del capitalismo está a la vuelta de la esquina. Harían falta tres planetas si todos los habitantes consumieran derrochando irresponsablemente como los occidentales. Según datos de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), entre el 10 y el 40% de la producción de alimentos se pierden sin ser consumidos, un tercio de los consumidores adultos tienen una leve adicción al consumo, y la gente se endeuda para consumir más 1.

Y la clave de esta crisis está en que éste hecho, el consumo infinito que pretendemos en un planeta de recursos finitos, tampoco lo obvian las clases altas. El capitalismo ha agotado su capacidad de incrementar infinitamente la capacidad de consumo interno de los países desarrollados. El stablishment representado por los gobiernos nacionales, el FMI y el BM, saben de sobra que los recursos son limitados, y que un exceso de lo que se ha llamado “clase media” (que no es sino la clase trabajadora consumidora) puede crear cierta inseguridad en el suministro de recursos básicos en un probable futuro a corto plazo de escasez. Por eso los gobiernos nacionales, con las directrices del mercado, trabajan en la dirección de limitar el acceso a bienes y servicios a los trabajadores del sur de Europa.

La escasez de recursos es un hecho que desde hace un tiempo motiva e impulsa a los estados hacia la violencia por su control, hechos que normalmente son ajenos a la opinión pública europea. Los Altos del Golán 2 es una meseta en la frontera entre Israel, Siria, Jordania y Líbano, ocupada militarmente por Israel, y a su vez, un claro ejemplo de conflicto por recursos básicos. En este caso, Israel lucha por controlar las fuentes de abastecimiento del río Jordán. Hoy la mitad de los recursos hídricos que consume Israel proviene zonas ocupadas de países vecinos. Otros ejemplos, esta vez de recursos mineros, sitúan a dos de los países con más miseria y violencia como los grandes productores de minerales básicos para la producción occidental: el Congo y Afganistán. En el Congo se encuentra el 80% de las reservas mundiales del Coltán 3, mineral muy escaso y utilizado en casi la totalidad de los dispositivos electrónicos que consumimos (ordenadores, móviles, GPS, PDA’s, videoconsolas, televisores, etc.), lo que ha llevado a este país a una constante guerra civil entre clanes mafiosos financiados por occidente que matan y se matan por ser los que controlen la exportación de este mineral, principalmente a EEUU. En Afganistán, ya se ha descubierto recientemente el verdadero interés de la OTAN en mantener ocupado ese país: el Litio. Hace poco ha saltado la noticia de que Afganistán posee el más grande yacimiento de Litio 4, mineral que también se usa en la prácticamente totalidad de los componentes electrónicos y que ayuda a comprender el motivo de la larga ocupación de un país aparentemente pobre. Finalmente nos encontraríamos con el recurso escaso de mayor valor, el petróleo, que es de sobra conocido las guerras y muertes que se han producido en la lucha por su control, y que en la historia más reciente ha supuesto conflictos de diversa intensidad en países como Iraq o Venezuela. Esta es la cara del capitalismo más salvaje e incontrolable, la cara del capitalismo en su fase imperialista.

Ante este mundo de futura escasez y de demasiados consumidores, el objetivo de la crisis y de las medidas de ajuste se muestra como una bofetada en nuestra cara: no nos van a sacar de la crisis por que el objetivo es que vivamos en crisis, no van a fomentar el consumo porque no quieren que consumamos, no se van a llevar a cabo políticas de integración social porque se busca la exclusión y la marginación. Digámoslo más claro, los ciudadanos de los países que han ejecutado las exigencias del mercado les sobramos. Por miedo a una escasez de recursos, van a sacrificar el mercado de potenciales consumidores de sus productos en que nos convertimos los españoles al entrar en la Unión Europea. Se van a llevar por delante a la clase trabajadora y a la pequeña burguesía del sur de Europa, pero van a asegurar sus haciendas presentes y futuras.

Pensemos por un momento en cuál es el papel de España en el mundo. Pensemos que supone para España que el gobierno haya decidido pasar del keynesianismo al neoliberalismo, qué consecuencias tiene ese cambio de postura en nuestro bienestar y en el futuro del país.

Tradicionalmente, los países se han desarrollado “ofreciendo” algo al resto de países, que podemos reducir en tres grandes tipos: exportación de materias primas, producción industrial “rentable” con mano de obra barata y poco cualificada o conocimiento tecnológico puntero. El crecimiento económico y social europeo se ha basado en convertirse en el mayor productor de conocimiento en competencia con Estados Unidos, sin embargo las políticas económicas en España no van en la dirección de elevar la cualificación de sus ciudadanos y trabajadores, en un país donde el fracaso escolar ronda el 32% a nivel nacional 5. Cada día que pasa España se aleja de poder competir con Europa en conocimiento ya que cada día nos alejamos un poco más de su nivel cultural y tecnológico. Una economía basada en el conocimiento en España es, a día de hoy y con esta clase política, una quimera.

No podemos ofrecer competitividad en el conocimiento, pero tampoco podríamos intentar seguir desarrollándonos con la exportación de materias primas. Siglos se sobreexplotación esquilmaron la riqueza natural de la península ibérica hace ya un tiempo, haciendo imposible pensar que podamos competir con los productos saqueados por multinacionales en el tercer mundo que se venden bien en nuestros supermercados y en los de todo el mundo, o bien para industrias secundarias.

Es por esto que las medidas del gobierno español y las imposiciones de la UE, el FMI y el BM van en la dirección de hacer de España un país que ofrezca al mundo mano de obra barata. Ese es el nuevo lugar que las élites han elegido para España y el sur de Europa en el mundo post-crisis.

Queriendo convertirnos en un país de mano de obra barata es evidente que los esfuerzos del gobierno vayan en la dirección de eliminación de un estado de bienestar imposible de mantener en un país de futuros trabajadores poco cualificados. Desmontar el sistema social para llevar a la exclusión y de ahí a la explotación laboral. Sueñan con un mercado abarrotado de mano de obra deseosa de trabajar a cualquier precio.

Esto, que es un evidente drama para los trabajadores españoles, no significa nada para la burguesía y el resto de ciudadanos del mundo. Aunque pasemos a consumir como un país en vías de desarrollo el planeta seguirá girando y los ricos además de seguir haciendo negocios tienen más seguridad en el abastecimiento de recursos básicos y estratégicos. Que nos salvemos o nos suicidemos solo nos importa a nosotros mismos. Nadie nos salvará.

Para que asumamos esto como un fenómeno meteorológico incontrolable e inimputable, como una evolución natural del transcurrir de la historia, ya ha comenzado el bombardeo propagandístico para eliminar conciencias. A la propaganda que durante años ha conseguido dividir y enfrentar a los trabajadores, se une una propaganda que nos dice que no hay otra salida posible. Una propaganda que armoniza a la perfección los intereses del PP y del PSOE. Por fin ambos partidos se nos muestran públicamente como lo que siempre han sido: una sola voz, representantes de una única manera de hacer las cosas, embajadores del pensamiento único en España.
Esa propaganda busca que los trabajadores extendamos su palabra a través del mensaje de que tenemos que concienciarnos de que a partir de ahora nos toca vivir peor. Que todos nosotros hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, y que por tanto nos toca a los trabajadores pagar los excesos. Que no somos un país rico, y que quizás nunca lo hayamos sido. Que unos trabajadores tan poco productivos no pueden permitirse el lujo de una educación y una sanidad universales y gratuitas. Que aceptemos con total naturalidad que vamos a ser la primera generación en mucho tiempo que va a vivir peor que sus padres.

Los voceros del sistema nos gritan al unísono: Repetid conmigo: No hay salida, estamos condenados a ser más pobres.

Artículo de Pedro Mellado. 

Fuente: Rebelion.org